Los equipos de campo, finanzas y mensajería realizaban llamadas diarias de alineación a las 6 a.m. para mantener al personal nacional remando en sincronía.
Harris revela cómo la directora de campaña en funciones, Sheila Nix, reestructuró una operación en 50 estados al forzar una transparencia radical: cada equipo era dueño de una sola métrica vinculada al contacto con los votantes, el alcance digital o la seguridad de los delegados. Las cadencias de las reuniones cambiaron a reuniones diarias dos veces al día, y Harris canalizó sus propias notas de las paradas en el campo de batalla directamente a los análisis para que los ajustes de los mensajes llegaran en menos de 24 horas.